Buenos días a todos.
El otoño ha llegado a Berlín y con él las lluvias y
unas vacaciones escolares de dos semanas, o “épocas del año en que los padres
tienen que hacer malabares para poder atender a sus hijos”. Aquí el sector
educativo escolar hace algo muy típico alemán que es quejarse constantemente,
pero en general viven mucho mejor que en España. Hoy me encontrado una noticia
que me ha impactado. Desde el centro de la economía europea, donde
aparentemente se vive bien, hay un porcentaje nada escaso de analfabetismo
funcional. Estoy alucinada, al igual que muchos.
En la actualidad se mira más a los refugiados, que de entre ellos muchos no
han visitado la escuela, o que en su lengua materna no pueden leer o escribir.
Sin embargo, aquí hay un problema importante de analfabetismo funcional, ya que
7,5 millones de ciudadanos alemanes adultos tienen una capacidad lectora como
la de un escolar de primaria. Tristemente cada año abandonan el sistema
educativo 150.000 jóvenes con conocimientos muy básicos para lo esperado,
mostrando cómo este sistema fracasa, no sólo los jóvenes. Casi uno de cada cinco adultos son reconocidos como analfabetos, los cuales muchas veces no son
conscientes de su dificultad hasta que se separan de su pareja y tienen que
hacerlo todo, y no pueden, o cuando sus hijos van a la escuela y vienen con los
deberes a casa, y no se les puede ayudar. Pero aunque haya cursos específicos, ¿se
tienen que encargar los centros culturales (Volkshochschulen) de lo que la
escuela primaria (Grundschule) y secundaria (Hauptschule) no han hecho bien?
Parece como si para garantizar una instrucción básica hubiera que pagar más tarde
un servicio extra que el gobierno debe garantizar para sus ciudadanos. Mi
argumento es perverso, lo sé.
Esto requiere inversión de recursos y no sólo económicos. El Ministerio de
Educación determina que se deberían invertir entre 40.000 y 50.000 millones de
euros cada año, apoyando desde la escuela infantil y creando recursos que se
puedan extender a todas las fases del sistema educativo, creando una partida
especial para los adultos que no han adquirido estas capacidades. Si hay en el
mercado laboral alemán falta de profesionales cualificados y hace falta una
política más activa de integración laboral (y ya lo es, sobre todo en Berlín),
más compleja aún será la integración de personas que son analfabetas
funcionales o que no tienen formación profesional. No se puede permitir un país
como Alemania tener este frente abierto, en especial con algo tan importante
como la educación.
Encontrar adultos que per se reconozcan ser analfabetos o que tengan
problemas para leer o escribir, como dificultades de aprendizaje (Lese- und
Schreibschwäche) es muy complejo, y que hagan los cursos de alfabetización más,
ya que un 60% aproximadamente tienen trabajos, sobre todo de baja cualificación
y en la producción, en la industria, en servicios de limpieza o en hostelería.
No se trata de personas con dificultades de integración en el mercado laboral,
porque la mayoría ya está en él aunque sea en puestos de “ayudante” (Helferbereich).
El que en sus puestos de trabajo sepan que, o bien no pueden leer, o que tienen
dificultades para escribir, no es algo que esté oculto ni un tabú. La mayoría
de los compañeros de trabajo lo saben y les ayudan, y funciona, por eso no se
preocupan de si tienen mayor necesidad. Sólo ante situaciones “de emergencia”
como ayudar a los niños con los deberes del colegio. Me gusta esta afirmación,
porque la mentalidad en esta sociedad es orientada al rendimiento, competitiva
(a veces muy feroz y otras veces haciendo trampas) e individualista.
El tema es serio. Hay que tener en cuenta que la lengua alemana tiene una
gramática compleja, lógica, pero estructurada, que requiere saberse las reglas,
porque hasta las irregularidades tienen un patrón. La lectura comprensiva
también requiere un aprendizaje, la semántica es peculiar, y las reglas de
ortografía son complejas, más aún cuando se han modificado en 2006 y muchos
adultos, incluso en profesiones en un nivel medio de cualificación, todavía
dudan cómo se escribe con la nueva ortografía. Yo aprendí la nueva, pero cuando
encuentro textos en la antigua aún tengo que mirarlo dos veces. Sobre todo se
reconocen porque tienen muchas “ß”, que parece una “beta” griega pero no es
sino una “s” sorda para casi todas las palabras que tienen dos “s“ intercaladas
o dos al final. En alemán se distingue entre “s” sorda y sonora, como en
catalán. Se creó una regla para mantener las “ß”, llamadas “Eszet”, en unas
pocas excepciones y esa letra tan alemana está presente en muchas menos
palabras que antes.
Curiosidades aparte de la ortografía, el analfabetismo es algo que no debería
existir en ningún lugar del mundo, y que… allá va mi mitin… ¡Ya está bien de
demonizar la cultura tradicional! Debemos cambiar la mentalidad, aceptando que
si bien la tecnología nos ayuda a hacer la vida más fácil, las competencias
escolares tienen que aprenderse igual, haya aparatos o no, y que debemos saber
escribir nuestra lengua correctamente, tampoco a nivel de un texto jurídico o
literario, pero sí a nivel cotidiano. Si la lectura de libros no apasiona, leer
el periódico es otra opción, pero no hay que ignorar un problema tan serio como
el analfabetismo, sobre todo en sociedades con un sistema educativo reglado y
universal. Sean los gobiernos, sean los centros, sean los profesores, sea la
sociedad en general, es un problema de todos.
¡Buenos días!