domingo, 31 de enero de 2010

Edificios históricos ¿accesibles?

Hola! Ahora me he animado y voy a poner una entrada más. Me he acordado de algo interesante que viví en mi último viaje: a finales de Noviembre pasé un maravilloso fin de semana turístico en Amsterdam. Tardé en orientarme con la distribución de la ciudad, los barrios, vi todos los museos que la Amsterdam Card me permitió, disfruté de los edificios, probé las especialidades gastronómicas locales, lo típico que hace un turista.
Pero algo relacionado con mayores llamó poderosamente mi atención. El Hermitage de San Petersburgo tiene otra sede en Amsterdam, a modo de recuerdo de que las casas de Orange (Holanda) y Romanov (Rusia) están emparentadas. La exposición temática que llena todo el edificio, "En la Corte de Rusia", sobre la vida en la Corte de los zares en el siglo XIX, es maravillosa. Trajes, vestidos de gala, abrigos, bordados, sedas, tules, gasas... los talleres de bordado de Moscú y San Petersburgo tendrían mucha actividad por aquellas épocas, supongo. Pasé dos horas mirando extasiada toda la colección de vestidos. Lo que habría disfrutado mi abuela viendo todos esas riquezas, ella que era sastra. Eso sí, nada de fotos; yo quería haberme llevado muestras de los dibujos de los bordados, pero había tanta gente que era imposible sacar el bloc y ponerse a dibujar.



Cada veinte minutos, aproximadamente, los maniquíes con los trajes giraban al son del vals de "Eugene Onegin" de Tchaikovski, o del vals de "La vida por el Zar" de Glinka. ¡¡Y yo reprimiéndome para no ponerme a bailar en mitad del pasillo!!


Además de eso, el edificio se llama Amstelhof de Amstel, el río de Amsterdam, y hof, que es patio en neerlandés. En su origen, fue una Residencia pública para mujeres "ancianas", que funcionaba desde el año 1680, y daba cabida a 350 residentes. Un marchante donó el edificio al Ayuntamiento y así pudo realizarse este proyecto. Los requisitos de ingreso eran tener "al menos 50 años, ser miembro de la iglesia (protestante) por más de 10 años y residente de la ciudad por más de 15 años". En 1817 empezó a admitir hombres, y hasta tuvo un ala a modo de enfermería.

Pero como cada vez se requerían más condiciones de accesibilidad para la población habitante del edificio, mayores asistidos, y eran más difíciles aún las obras por la antigüedad de la casa, hubo que tomar una decisión. En 2004 se reubicó a los residentes que permanecían en otros recursos (residencias, claro) y se empezó a crear este Amstelhof como sede del Hermitage en Amsterdam. Sólo se conserva de esa época la cocina, con una proyección de dos mujeres cocinando, en la que se emiten unos diálogos cargados de un sarcasmo, como si los hubiera escrito Francisco de Quevedo.



Efectivamente, cada vez era menos accesible, a pesar de que se había instalado calefacción central, agua caliente, luz, y todos los inventos de modernidad. Pero esos pasillos tan largos y tanta sobrecarga en los desplazamientos hacen de la vida diaria en el centro una maratón... no...mejor dicho... ¡un triatlón!

Ahora disfrutarán esos residentes de mejores instalaciones, y los turistas de un precioso museo de obligada visita si se pasa por Amsterdam. Al final, todos ganamos.

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