
Un buen día en la sesión de Psicoestimulación estábamos viendo recipientes: un vaso, una taza, una botella, un botijo... Había que decir qué era cada recipiente y qué líquido contenía. Todo muy bien hasta llegar a Susana, que era andaluza, que al botijo lo llamó de otra manera.
- "Niña, esto es un JARROPITO".
- Un... ¿qué?.
Otro Pozo decía que "de toda la vida de Dios esto se llama botijo", pero no, ella insistía en que un "jarropito" era un "jarro" con un "pito" que se usa "pa' beber".
Pues eso, que en algún lugar de Andalucía (pero no por Granada porque nunca oí hablar a mis abuelos de "jarropitos") a los botijos no les llaman botijos, sino JA-RRO-PI-TOS.
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Ahí queda!!
Feliz fin de semana!!
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