jueves, 23 de septiembre de 2010

Un monstruo llamado Alzheimer

El martes fue el Día Mundial de lucha contra el Alzheimer, una enfermedad que cada vez se conoce más en la población, pero que aún se frivoliza mucho con ella. Por ejemplo, cuando a alguien se le olvida algo dice "yo ya creo que tengo Alzheimer" como si fuera un proceso inevitable debido al paso de los años y comparable a involuciones como la menopausia.

Con motivo de estas fechas se ha presentado en el Festival de Cine de San Sebastián un documental sobre el afrontamiento de la enfermedad según D. Pasqual Maragall, que hace tres años comunicó públicamente su diagnóstico. Habrá que ver el documental, que seguro que acercará una visión menos negativizante de la enfermedad. No obstante, los avances farmacológicos y la inclusión de terapias y rehabilitación cognitiva y funcional consiguen frenar el avance insidioso. Ya muchos enfermos no cumplen todas las fases de la enfermedad, y hay que recalcar también que la gente no se muere de Alzheimer, sino de parada cardiorrespiratoria.

Y es una enfermedad que provoca consecuencias en la persona que la padece, en sus familiares, sobre todo en el cuidador principal, y en el entorno inmediato. Que el deterioro cognitivo no se queda en la "cabecita" del enfermo, sino que al interactuar con el mundo le afecta en que se pierde, no maneja dinero, no reconoce a las personas, se olvida de los nombres de las personas conocidas, etc.

Para afrontar esta enfermedad se requieren dos cosas: aceptación y compromiso. Pensemos en algo que le dije una vez a una paciente y a su esposo. El Alzheimer, es como un monstruo fiero al que hay que enjaular. Al ser un monstruo fiero, dentro de la jaula querrá escaparse y sacará una pata, otra pata, y hasta sacudirá los barrotes. Es el enfermo y el familiar quienes tienen que poner unos barrotes consistentes, duraderos y una buena construcción de la jaula. Así el enfermo tomará su medicación y realizará sus terapias y su rehabilitación, y el cuidador o familiar será quien tenga que mantenerse centrado y en buen estado anímico para ir ayudando al enfermo y sin perder los nervios.

El monstruo puede llegar a romper los barrotes súbitamente (lo menos probable), a ir limándolos con sus afiladas uñas, o a mordisquearlos para salir de la jaula. Eso sí, los barrotes que no sean de madera, que sean de acero o de hierro, pero no los encontraremos de titanio, que es indestructible. Todavía no se hacen barrotes indestructibles para enjaular al monstruo Alzheimer.

Pero, una vez que rompe la jaula no se puede construir otra, porque nos dan de momento las únicas piezas. Inevitablemente se comerá al enfermo, puede comérselo poco a poco o devorarlo de un bocado. Pero también puede suceder que el monstruo no se coma al enfermo y se coma primero al familiar, provocándole depresión, ansiedad, o hasta problemas físicos.

Lo más importante es que toda la sociedad ayude al familiar a construir esa jaula para que el monstruo Alzheimer no salga por mucho tiempo, y que los barrotes sean de un material consistente para que tarde muuuuucho tiempo en limarlos.

Sigamos trabajando para mejorar los materiales de la jaula, y que el monstruo tarde mucho tiempo también en comerse al enfermo o al familiar.

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