Buenas tardes.
Hoy nos ha dejado Oliver Sacks, el famoso neurólogo británico, Pozo de Sabiduría afincado en EEUU que nos mostró el funcionamiento cerebral patológico de mano de sus pacientes y de sus
espectaculares casos. Me impactó leer su libro “El hombre que confundió a su
mujer con un sombrero”, referencia a finales de los ´90 para muchos aspirantes
a neuropsicólogo/a que soñábamos con poder resolver este tipo de casos, así
como los de síndrome de miembro fantasma de Ramachandran.
Sacks nació en Londres
1933 y era hijo de dos médicos judíos. Creció con sus tres hermanos mayores,
que también llegaron a ser médicos, y más tarde se licenció en Fisiología, Biología
y Medicina. El inicio de su carrera lo desarrolló en el hospital Middlesex en
Londres, donde se acercó definitivamente a la neurología. En 1960 se fue de
Gran Bretaña a Canadá y de ahí a EEUU, donde de California se mudó a Nueva
York. Allí abrió una consulta de neurología y trabajó durante años en el
Einstein College del Bronx. Después trabajó en la Universidad de Columbia,
donde tuvo su cátedra además de su consulta, por la que pasaron pacientes que
protagonizaron sus libros.
En los años ’70 empezó
Sacks a escribir libros de divulgación mostrando personas con trastornos
neurológicos, “historias de supervivencia” como él las llamaba, con el
propósito de ayudar a otras personas que tenían ese trastorno. Uno de sus
libros, “Despertares”, en que se trataba la Enfermedad de Parkinson y otras
enfermedades degenerativas subcorticales, fue llevado la gran pantalla por los
actores Robin Williams y Robert De Niro en 1990. Su gran éxito fue “El hombre
que confundió a su mujer con un sombrero” (1985), donde la narración de 24
casos clínicos, entre ellos la agnosia visual asociativa que da título al
libro, hizo ver al lector cómo viven las personas con esos trastornos. Otros
títulos de Sacks son “Un antropólogo en Marte”, “Migraña” y está previsto que salga su autobiografía “On
the Move”.
Sacks, junto con
Damasio, es uno de los pioneros en la divulgación de la Neurología clínica y de
las Neurociencias, y los profesionales del ámbito de las neurociencias somos
grandes admiradores de su obra por el rigor, la sencillez y la explicación
narrativa de casos clínicos que antes quedaban en la consulta, pero sobre todo
por mostrar la vivencia del trastorno por parte del paciente: no sólo hay que
describir, sino poner de manifiesto el sufrimiento, las dudas, la confusión y
la incertidumbre de quien padece un trastorno neurológico y le “pasan cosas”
que si las contaran a otras personas les podrían tomar por “locos”.
Todos sabíamos que su estado de salud era grave, pero antes escribió el Dr.
Sacks sobre la muerte, que no era un concepto abstracto, sino un objeto cercano
que no debe negarse, siendo muy valiente de afrontar su enfermedad y explicar
ese desenlace.
Agradezco
profundamente al Dr. Sacks que esos casos trascendieran el laboratorio o la
consulta y llegaran a lectores de todo el mundo y de toda procedencia
profesional: la ciencia salió a la calle y los no-científicos pudieron
disfrutar de ella en forma de libros que se convirtieron en grandes éxitos de
ventas. Hoy nos queda su obra, su trayectoria profesional y su resiliencia.
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