Buenos días a todos!
Cada vez más
berlineses alcanzan edades avanzadas y por ello crece también la proporción de
los que padecen alguna demencia o están en situación de dependencia. En los
últimos años un nuevo recurso ha tomado cada vez más popularidad: los pisos
compartidos para personas dependientes o “Pflege-WG”. Pflege es atención o
cuidados, o también enfermería, y WG viene de Wohngemeinschaft o vivienda en
comunidad. En resumen, un piso compartido como los de estudiantes pero con
atención sanitaria y de cuidados personales, con enfermeros y auxiliares.
Ante la duda de
si llevar al papá o mamá mayor a una residencia o no porque ya no puede vivir
solo/a en casa y las visitas diarias de la atención domiciliaria, se propone
cada vez más este equipamiento. Sobre todo en casos en que el mayor se niega a
ir a una residencia, o bien la familia desea una atención más individualizada.
Por ello hay WGs en las que vive un grupo de pacientes con demencia, no muy avanzada,
pero que en un entorno pequeño y protegido, así como con permanente atención
pueden funcionar con una autonomía personal básica.
Una WG
prototípica puede constar de unos 6 pacientes más el personal que trabaja a
tres turnos, ya que por ley “de autodeterminación y participación en pisos
compartidos con atención permanente” el intervalo es entre 3 y 12. No está
masificado y la atención es personalizada, porque en Alemania según los modelos
teóricos de atención y enfermería (Pflegemodell), más todas las ventajas
estructurales como son la falta de barreras arquitectónicas, que las
habitaciones se pueden personalizar y que el aspecto de la vivienda que ve el
residente es de una casa normal, no de un centro sanitario tipo hospital, que
eso sí que no les gusta. Por ello es un nuevo concepto cada vez más popular,
sin embargo los costes se calculan diferente a las residencias de mayores. Se
hacen dos contratos: el de alquiler y el de atención y cuidados, que deben
estar estrictamente separados, para cumplir con la idea principal que dio lugar
a este concepto, que es el de buscar nueva casa y atención sanitaria al mismo
tiempo.
En la práctica
cotidiana son o bien las inmobiliarias o los servicios de atención sanitaria y
de enfermería (Pflegedienst) los que iniciaron esta idea, pero para encontrar
casas de 200 metros cuadrados sin barreras arquitectónicas hay que recorrerse
la ciudad entera y en su caso adaptarlas. Deben tener pasillos anchos y
diáfanos, dos baños adaptados, para hombres y mujeres, una sala común a modo
de salón, una cocina abierta libre de riesgos y pequeñas habitaciones
individuales con camas articuladas y un armario. El resto de los muebles los
traen los propios pacientes/residentes: se les da confianza y mantienen también
la individualidad y autonomía que cada caso requiera. En las Pflege-WG no
recibe cada paciente su comida individual pero se favorece que ellos puedan
organizar un menú, y que cada uno según disponibilidad y competencias también
pueda ayudar en la cocina o en otras tareas domésticas. Así tienen una vida
activa dentro de su nueva casa.
Esto requiere esfuerzo y tiempo
Los familiares
deben colaborar en la organización y en algunas WG deciden qué candidatos se
aceptan, así como normas básicas de convivencia: si se permite o no fumar, o si
la familia tiene copia de la llave. Así, si los familiares descubren que pueden
tener un servicio casi personalizado de atención para sus padres, o los
inversores ven que no tiene tantos costes como un centro residencial
(stationäre Pflegeeinrichtung), y que hay WG con personal que habla turco,
rumano o español, desde 2010 ha crecido notablemente la demanda y oferta de
estas equipaciones, concretamente 180 WG nuevas.
Hoy en día hay en
Berlín 560 WG con más de 4000 plazas, la mitad de ellas para pacientes con
demencia, que pueden ser sólo de hombres, sólo de mujeres o mixtas. La atención
más individualizada consigue que la ratio personal-paciente sea menor que en un
centro residencial y que, a modo de ejemplo, a las 7 no se les saque de la cama
a todos como si estuvieran en la "mili". Se crea también una estructura
doméstica cotidiana, sin horarios de visita tan rígidos como en otros centros,
ya que los residentes de la WG son los inquilinos y pueden recibir visitas
cuando quieran, como si fuera su propia casa, o la familia puede colaborar en
la organización de actividades para su residente o para el grupo. Para ello se
requiere personal cualificado, ya que en estos centros la cuota de enfermeros y
de personal de actividades (Betreuungskraft), tipo animador sociocultural, no
es muy alta. Las desventajas son, por tanto, que puede haber pequeñas faltas en
la atención, como reacción a situaciones de emergencia de forma adecuada, ya
que no siempre se cumplen los estándares de personal en estos equipamientos
debido a la falta general de personal cualificado en el entorno sociosanitario
(se llama Pflegefachkräftemangel): la legislación dice que tiene que haber una
persona de presencia pero no habla de la cualificación.
Otra desventaja
son los costes de tiempo y dinero. Los residentes deben organizar en la medida
de lo posible las tareas domésticas y la ocupación del tiempo libre, así como
ocuparse de cuestiones como llamar al servicio de reparación si la lavadora no
funciona, o quién se ocupa de qué. También el precio es mayor que el de la
estancia en un centro residencial: una residencia tiene una cuota mensual de
3000-3500 euros y una WG de unos 3700 dependiendo de la superficie y la
localización de la WG. Como sucede con las residencias se les paga la atención
pero los residentes cubren los costes de vivienda, alquiler, agua, gas, luz.
Hay WGs para mayores homosexuales
Es la primera
generación de mayores homosexuales que viven abiertamente su orientación
sexual. Muchos mayores homosexuales tienen su pareja estable desde hace tiempo,
de cuando la homosexualidad estaba muy mal vista o incluso prohibida.
Afortunadamente hoy no tanto, pero a muchos de ellos les toca afrontar atisbos
de homofobia en los centros residenciales: la mentalidad es diferente a la de
la gente joven y hay mucha desinformación y muy pocas ganas de querer
informarse. Por ello hay una WG para mayores homo en Berlin, y unas pocas más
por todo el país.
Muchos mayores
homosexuales se retiran de la vida social del centro cuando ingresan en una
residencia, se quedan en la habitación todo el día, no salen, se sienten no
deseados o no saben cómo otros residentes van a reaccionar cuando hablen
abiertamente de su orientación sexual. La misma historia de siempre: no tienen
contacto, se sienten solos, se deprimen, no les quedan motivos para vivir y
mueren. En la WG “Variedad del lugar de vida” (Lebensort Vielfalt) cada uno
tiene la libertad de comportarse como es y se les llama por el nombre de pila y
se les tutea, no muy habitual entre mayores o en el trabajo, ya que en Alemania
se llama a la gente Herr (Señor) o Frau (Señora) con el apellido y de usted. Por
eso en estas WG se promueve la identidad personal, el vivir la homosexualidad
con dignidad, a pesar de que se sea dependiente.
La conclusión
No sé si estos
pisos compartidos funcionarían en España en una gran ciudad, sobre todo porque
la cultura y mentalidad es diferente: no somos muy dados a compartir piso,
preferimos vivir solos en casa con una persona interna hasta que ya necesitemos
un centro residencial, y ahí también si el centro lo permite, se puede hacer
vida bastante autónoma en entorno protegido. Lo único que importa es que la
dignidad del residente/paciente se respete y se le favorezca.
1 comentario:
Es algo parecido a lo que se practicaba en Inglaterra, pero creo que no se trataba aun de personas con algún tipo de dependencia.
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