Ay, cuántas entradas hoy. Es que las había escrito en el aeropuerto de Bruselas, ya para regresar a casa, porque esperando al vuelo no había chicos guapos solitarios con los que entablar conversación (ajjaja, soy incorregible).
Voy a comenzar la presentación de cada uno de mis "Pozos de Sabiduría" con Alejandra (nombre falso), una mujer de 92 años con una vitalidad increíble. Tiene bastante deterioro cognitivo y muy buena movilidad para sus años, a veces Alejandra me recuerda a la protagonista de la serie "La superabuela" porque le da por correr, por dar saltos... El primer día que se le ve trotar, una se asusta porque parece que se va a caer, pero noooo, es ágil como una gacela joven porque ya es nonagenaria la señora.
Hace unas semanas se levantó con un dolor abdominal muy intenso, pero ella es una mujer bastante quejica (de las que se cantan una soleá cuando se le cura o se le lleva al podólogo) y se le llevó la médico a la enfermería para observarle bien. Cuando se tumbó en una de las camas comenzó a protestar y a suplicar que le llevasen al servicio que tenía una graaaaaan necesidad, a lo que mi compañera me llamó para que tranquilizase a la señora. Vinieron dos auxiliares a llevarle al servicio, a lo que la mujer no hacía más que quejarse de lo enfermísima que estaba, las dos chicas llevándole "a caballito".
Cuando llegaron al baño geriátrico (como a 8 metros de la enfermería), decía que no podía, que se le habían pasado las ganas y la necesidad. 15 minutos después, vuelven todas a llevarle. Y se tumba en la cama y sigue moviéndose, con las piernas por lo alto, luego se cambiaba a sentada con las piernas cruzadas a lo "tumbona de playa", luego con las piernas en el suelo como si se pusiera a meditar, sólo le faltaba subirse los pies a la cabeza como los bebés. La médico decidió que le subía las barandillas de la cama, no fuera a ponerse depié y saltase a la cama de al lado, porque es capaz.
Ah pero, ¿estaba tan mala? Pues después de todo este movimiento y despliegue de elasticidad, agilidad y resistencia física, que temimos que se pusiera a saltar sobre la cama, como los niños, se queda quieta y dice "Doctora, que yo estoy perfectamente, qué hago aquí entonces". Y que entre tanto movimiento la señora no se dejó explorar porque se moría del dolor (o eso ella decía). Sin poder hacerle una exploración en condiciones, empieza a suplicar de nuevo que le lleven a su habitación que está perfectamente, que ella no miente y que nunca se había sentido mal. Son notables sus problemas de memoria, claro.
Después, se fue de nuevo al saloncito donde se sientan y como si no hubiera pasado nada, porque al momento vio a su hija y salió corriendo a darle un abrazo (abrazo con saltitos, como es costumbre en ella), y eso que lleva andador.
Alejandra tiene una compañera de habitación que es encantadora y está muy pendiente de ella, a la que siempre le está provocando para echar una carrera con los andadores. Total, que ese día le preguntaba yo por su dolor de tripa y me decía que a ella jamás le dolía la tripa. Nada, y del lío que armó en la enfermeria ni rastro por su hipocampo (estructura del cerebro que regula la memoria).
No quiero ni pensar cómo estáran sus hipocampos, pero su aparato locomotor goza de una excelente forma. Ya me aventuro la solución a los dolores repentinos y agudos de los residentes: ponerles a bailar o a hacer algo, porque así se distraen y me consta que muchos somatizan porque no saben buscar otro entretenimiento. Eso corre de nuestra cuenta, que tenemos que dárselo.
XOXO - Gossip Girl.
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