Se dice, se rumorea, se comenta, que iban a venir nuevos ingresos a mi Resi, pero que al final lo han desestimado. Ayyy, con lo bonito que es el paisaje visto desde la habitación, con lo bello que es el edificio que con los ojos bien guiñados parece el castillo de Neuschwanstein (en Baviera, Alemania), o con los comercios que hay en el pueblo... En fin, ellos sabrán.
Quiero contar hoy situaciones divertidas que suelen vivirse en los ingresos de nuevos residentes, que seguro que muchos habrán vivido alguna.
1.- Falta documentación. Muy habitual, que el anciano fuera quien controlase sus documentos, hasta hace dos meses que empezó con un deterioro cognitivo súbito e insidioso y que, como estaban tan bien guardados, ni él se acuerda ni la familia sabe dónde encontrarlo. Conclusión: hacérselos de nuevo, total como tiene que re-empadronarse...
2.- Viene toda la familia excepto el "interesado". Más que habitual cuando el ingreso viene directamente desde el hospital. Una vez el ingreso se programó para las 11, cuando vino la familia y que el residente vendría media hora más tarde. No fue así: esperamos pacientemente, sacaron todos los enseres, los colocaron, la familia firmó todos los documentos, nos hablaron largo y tendido sobre la residente, nos contaron anécdotas de su vida, nos fuimos todo el Equipo a almorzar, la familia también almorzó, y cuando todos retomamos la tarea, apareció una encantadora anciana que tenía una cara de aburrimiento... Tuvo que esperar horas al alta hospitalaria, más el tiempo de espera de la ambulancia, más... llegar hasta la Resi...
3.- Relacionado con el punto anterior: la ambulancia se pierde por el camino. En este caso la mujer estaba bien cognitivamente, aunque convaleciente, con lo que pudo aguantar y esperar pacientemente a llegar. Si fuera una persona con demencia ya la habría "liado parda" en la ambulancia. Además, es una excusa poco creíble, salvo que el conductor fuese de Londres y se pensase que las carreteras estaban "al laocontrario", ya que existen los navegadores GPS, o dicho en forma vulgar e infantil, los "tomtones".
4.- Cuando no quiere salir del coche. Esto merece subapartados.
4.1.- Cuando sabe dónde va, pero no quiere bajarse. Hubo una mujer que ingresaba que venía derivada por el Samur Social, con historia de patología psiquiátrica, vivienda inadecuada, no mantenía la higiene, o sea, abuela solitaria y huraña con síndrome de Diógenes. Uno por uno todos los técnicos pasamos por la ambulancia para convencerle que se bajase y que viniese con nosotros. No surgió la magia, y se volvió para... yo qué sé dónde.
4.2.- La familia nos la trae sin avisar. Hubo una residente que en principio iba con su familia de vacaciones a la playa, pero en la mitad del camino ella empezó a agredir con el bastón a todos los ocupantes del vehículo. ASí que vio la Residencia y ahí nos la dejó. Y tampoco quería salir del coche, pero sí que salió, aunque con "pincho de calmante" y llevada en volandas por las dos auxiliares más fornidas y robustas de todo el centro. Y, sorprendentemente, se adaptó a los pocos días: tenía mal carácter pero luego era muy amable con todos; la que aún no se ha adaptado es la familia, que tiene un gran sentimiento de culpa.
5.- Viene con lo puesto. Muchos ingresos sociales tienen falta de ropa y enseres, y hay que movilizar a su tutor legal para que se los proporcione.
6.- Los baúles de la Piquer. O que vienen con una casa entera... suelen ser personas que llevan mucho tiempo en otra residencia y que se trasladan con todo, incluso muebles. Lo complicado es decir que se los lleven, porque a veces no caben en las habitaciones.
7.- Equipajes peligrosos. Una vez tuve que presenciar un ingreso judicial por desahucio de un anciano que tenía: hacha, máquina de escribir Underwood (de las antiguas) y un bate de béisbol.
Este post se hace muy largo. Ahora las familias van en otro post diferente, que merece un aparte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario