Tenemos otra historia de reyes; si el lunes pasado fue María Luisa de Parma, ahora es el turno de su suegro. Hoy quiero recordar como madrileña que soy al que fue llamado rey-alcalde por las reformas que impulsó en la Villa y Corte: Carlos III. Cuando llegó a Madrid procedente de Italia, se encontró con una ciudad sucia, desorganizada, que parecía una pocilga; entre sus principales reformas fue instaurar un servicio de limpiezas, construcción de alcantarillado y todo que fuera a aumentar la nula salubridad de Madrid.
Entonces, en una de estas reformas comentó "Mis vasallos son como los niños: lloran cuando se les lava...". Así son nuestros residentes, muchos de ellos: no quieren ducharse por las mañanas, y nos ponen excusas muy poco creíbles:
- "va a venir mi hija y me va a regañar por estar con el pelo lavado".
- "si me he lavado esta mañana" (muchas veces no es cierto).
- "no me apetece, me duele la cabeza".
- "no, que me aprietas las venas y me haces daño".
- "ahora no, mejor mañana, que estoy aquí muy calentita".
- "no, porque no me ha dejado dormir la compañera y estoy agotada".
O que cuando se les lava amenazan con llamar a la Policía o Guardia Civil por haberles molestado, o que van a venir sus hijos a reprender nuestro mal comportamiento.
Ya lo dijo Carlos III: como niños, que huyen del agua.
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